Imagen de Ignacio Pinazo, recibida en Jumilla en 1943, fue reposición de la parcialmente destruida en 1936, obra de Roque López, de la cual se conservaron peana, un pie y ángeles, elementos añadidos a la nueva imagen de Pinazo. Siguiendo la tipología de la antigua de Roque López, es una escueta figura para vestir, cuya talla se limita al rostro, las manos y ambos pies, montando todo ello sobre un bastidor. Así pues para completar la imagen hay que añadirle, como es habitual, ropas y para mayor realismo y mayor majestad, cabellera natural abundante, que cae rizada o lacia sobre sus hombros y espalda, ceñida por rica corona de espinas de metales nobles, como suntuoso y doloroso turbante.
Carga sobre sus hombros una gran cruz que sujeta con ambas manos, pieza valiosa, mezcla de orfebrería e imitación de concha, regalo de uno de sus devotos. Para contemplar su «atrezzo», las simbólicas tres potencias, como la corona de plata y pedrerías, irradiando desde su doliente cabeza, y bajo su pie izquierdo, el cojín, a juego con su gran túnica de caudal (terciopelos, brocados, dogal y cíngulo de oro, joyas), ricamente bordado en oro, plata y sedas. Es así como el Amante Titular de nuestra Cofradía se presenta a la veneración pública en Semana Santa, alzado majestuoso y sublime sobre su incomparable trono, o en los solemnes traslados de prólogo y epilogo, a hombros de su elegante y fervoroso cuerpo de anderos, siempre entre cirios, el tintineo de las campanillas y la nube de incienso que va creando el cuerpo de acólitos.
Desde su llegada a nuestra ciudad en 1943, recibió culto, como el anterior destruido, en la Parroquia del Salvador, para en 1968 pasar a la ermita de San Agustín. Décadas más tarde ya en el año 2010 finalmente pasa a estar expuesto en el Salón de Imágenes y tronos del Museo Jesús Nazareno ubicado en la simbólica Plaza de Arriba.
El trono pieza de tamaño y altura considerables. Se compone de tres cuerpos escalonados: moldaron con faldones y tornapuntas esquineras; gran friso ondulado de rica talla calda compuesta de cartuchos floridos, elementos vegetales, ángeles, niños (dieciséis en total presentando los elementos costeros, frontales y esquineros); costería con otras dos parejas de ángeles mancebos en los costeros; cuatro grandes farolas como de gran navío, rematadas en coronas metálicas, jalonando en su frente a otro ángel mancebo, que, solitario, abriendo proa, presenta el cáliz de la Pasión a punto de consumirse,…y rematado el conjunto, una airosa y suntuosa peana donde asienta la imagen, de cuyos costeros emergen dos ramos de candelabros con guardabrisas de cristal, y en cuyas esquinas aparecen sendos angelitos niños que presentan, metálicos, los instrumentos de la Pasión. Se completa el conjunto con parejas de floreros de metal dorado y cincelado. El gran friso y la peana se hayan recorridos por un elegantísimo y muy singular draposipario de colgante y recortado ritmo y cuyos tonos rojos son semejantes a la cera que ilumina el impresionante y majestuoso discurrir del Nazareno en su procesión.
Los faldones son también piezas singulares: deterciopelo negro, se componen de cincotapices bordados al repostero en oro y plata yen cuyos cartuchos, pintados sobre tisú aparecen los personajes del Antiguo Testamento, junto con escenas, todos seleccionados prefigurando y anunciando la Redención.
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