La Cofradía de Jesús Nazareno tiene sus orígenes en el año 1801, cuando un grupo de hombres pertenecientes a la Hermandad de la Orden Tercera de Penitencia de San Francisco establecida en el convento de las Cinco Llagas de Jumilla, deciden recoger limosna para encargar realizar la imagen de Jesús Nazareno al escultor D. Roque López.
La imagen se destina principalmente para sacarla en procesión el día de Viernes Santo, ya que era muy apropiado llevar un Cristo Nazareno portador de la Cruz en la procesión del Calvario. Los entusiastas terciarios, gracias a la generosidad de los jumillanos, lograron una suma suficiente para proceder a encargar la escultura.
La nueva escultura de Nuestro Padre Jesús Nazareno se debió colocar en alguna capilla de la Iglesia del Convento de las Llagas. Durante los años siguientes no faltaría su presencia acompañada del grupo de cofrades, las mañanas de Viernes Santo en la procesión del Calvario.
Posteriormente, la exclaustración de los religiosos, que impuso el forzado abandono del convento de las Llagas por parte de los franciscanos en el año 1835, afectó definitivamente a la Orden Tercera y a su grupo penitencial. La mayor parte del acervo artístico-religioso del antiguo convento pasó a ornamentar la nueva Iglesia del Salvador, incluida la imagen de Jesús Nazareno que ocupó la segunda capilla, al entrar, a la derecha de la nave.
Cuando 12 años más tarde volvió a florecer el entusiasmo por la Semana Santa, la reorganización fue tal, que a primera vista, podría dar la impresión de que entonces nacía esta característica faceta de la vida religiosa y cristiana de Jumilla pero lo cierto es que sus raíces venían de siglos atrás.
Será entre los años 1840 a 1848 cuando se constituirá como “Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno” y mas tarde en 1864 cuando se establecerán y se aprobaran por el Excmo. e Iltmo. Sr. Obispo de la Diócesís los primeros puntos fundamentales de sus Estatutos, para el buen orden en la organización y funcionamiento de dicha hermandad.
Por entonces la hermandad además agrupaba en su seno las imágenes de Cristo Amarrado a la Columna, María Santísima de la Soledad, San Juan Apostol, Jesús Prendido y la seccion de romanos, llamada popularmente “armaos”.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la tradición procesional de la Semana Santa española se había convertido en la mayoría de las ciudades en sólo un recuerdo: las procesiones se habían reducido al mínimo, o completamente desaparecido (Córdoba, Granada, Valladolid…), sustituidas por celebraciones de carácter oficialista, plenamente controladas por el clero o por la autoridad civil. Las causas habrá que buscarlas en la falta de adaptación de autoridades religiosas y civiles y cofradías a la nueva situación social de cambios tras la caída del Antiguo Régimen y el nacimiento del nuevo estado burgués.
Sin embargo, contradiciendo esta tónica general, la Región de Murcia conservará, y acrecentará, durante la segunda mitad del siglo XIX, su tradición procesionalista semansantera: la capital, sacando cuatro procesiones (Domingo de Ramos, los Servitas; Miércoles Santo, la Preciosísima Sangre; Viernes por la mañana, Jesús Nazareno («salzillos») y Viernes por la noche, el Entierro; Cartagena, con sus dos pujantes cofradías de Miércoles y Viernes Santos (Californios y Marrajos) y Lorca, creando el «Cortejo» de los dos bandos nacidos precisamente en esta época, «Blancos» y «Azules».
Por lo tanto la Semana Santa de Jumilla va a seguir, como es lógico, a la corriente y «moda» regional.
El propósito de los fundadores era el de organizar una Cofradía de Semana Santa del tipo «vertical abierta”, es decir, «abierta a todas las clases y categorías», para lo cual el vestuario, propiedad de cada cofrade, debía ser sencillo y «al alcance de todos». Sin embargo, algo, dentro del propio funcionamiento de la Cofradía contradecía esta aspiración democrática: el patronazgo de los pasos a través de «camareros», que con el tiempo, se convirtieron en verdaderos propietarios de las imágenes y sus enseres. Este patronazgo, por razones obvias, recaía siempre en familias o personas de la clase alta adinerada, quienes, a menudo, utilizaban el procesionismo semanasantero como propaganda personal y control social, y, aunque era cierto que la Cofradía, en su vertiente procesional, poseía túnicas en alquiler, desde un principio repartió las imágenes a su cargo entre los socios pendientes.
La estructura de nuestra actual Semana Santa jumillana, de interés turístico nacional, fue compuesta por la Cofradía de Jesús Nazareno al fundarse mediado el siglo XIX: procesión de palmas del Domingo de Ramos; recibimiento del Cristo de la Columna;
Prendimiento: procesión de Miércoles Santo; «armaos»; hermandades actuales del Cristo de la Columna. El Prendido, San Juan y la Soledad; precedentes de la Romería de mayo… Actos, imágenes -sobre todo la del Cristo de la Columna- y hermandades sin cuyo concurso, nuestra Semana Santa, hoy por hoy, sería inimaginable.
Tras el resurgir de la cofradía en las últimas décadas del siglo XIX, con el nuevo siglo se cerró la etapa de desarrollo, debido a la angustiosa crisis que se venía padeciendo.
Finalmente el relevo generacional y la evolución de las condiciones generales propiciaron una lenta recuperación, que en los años 20, se manifestó en un nuevo momento de vitalidad.
Años más tarde desgraciadamente para la cofradía, los trágicos sucesos de la contienda civil del 36 y la persecución religiosa destruyeron la venerada imagen titular de Ntro. Padre Jesús Nazareno, que venía procesionando desde 1801.
Finalizada ya la contienda, en el año 1942 se encargó una imagen nueva de Jesús Nazareno, al escultor Ignacio Pinazo, la cual incorporaba un pie encontrado y recuperado de la antigua talla.
La nueva talla de Ntro. Padre Jesús Nazareno (actual imagen titular de la cofradía en la actualidad) procesionaria por primera vez en 1943.
Para Jumilla los últimos años de la década de los 50 fueron duros: una fortísima emigración a ciudades con gran expansión industrial en la época, como Barcelona, diezmaron la población jumillana de manera dramática. A partir de los 60, la emigración remontó al extranjero, a lugares centroeuropeos de Holanda, Suiza y Alemania. La falta de expectativas para, tal vez, la mayoría de los jumillanos y el subdesarrollo en todos los aspectos empujaron a una enorme masa de hijos de Jumilla a buscar nuevas oportunidades en otros horizontes.
Así pues, la Semana Santa, cuya reconstrucción en la inmediata postguerra había dado magníficos resultados e ilusionado a buena parte de la ciudadanía, entró en un período de peligrosa crisis.
En los años 70 la cofradía no recibía apenas ingresos, no pertenecían demasiados cofrades y era de gran modestia, en cambio poseía además de su patrimonio heredado o conseguido con muchísimo esfuerzo, cofrades con imaginación y entusiasmo que dieron a la cofradía un nuevo estilo y personalidad, un nuevo rumbo.
Cabe recordar en la década de los 70 un grave suceso que conmocionó a la Semana Santa jumillana. El Viernes Santo del 27 de marzo de 1975, de madrugada se destruyeron por completo en un incendio, cuyas causas se desconocen, varias imágenes que por entonces procesionaban, entre ellas el Paso de la Verónica, perteneciente a la Cofradía Jesús Nazareno. El paso de Jesús Nazareno, que en la misma nave también se encontraba, resultó, aunque levemente afectado, prácticamente indemne y a salvo.
Años después, en la década de los 80 la cofradía incorporara a su conjunto de pasos, dos novedades, la Virgen de la Amargura, la cual bajo palio presidirá la procesión de Jueves Santo y el grupo escultórico Ntro. Padre Jesús de Pasión, también para la procesión de Jueves Santo y Viernes Santo.
Sera a partir del año 84 con la “refundación” de la cofradía, cuando se consigan los mayores logros, en todos los aspectos espectaculares. La realización de sueños y utopías que diez años atrás parecían inalcanzables.
Dos ingredientes han ido a confluir para tales logros: unas juntas de gobierno extraordinariamente dinámicas y eficaces con clarísimas líneas de actuación y aspiraciones, y una acertada orientación estética. A ello, desde luego, hay que añadir unas favorables circunstancias sociales y económicas de buena parte de la clase popular jumillana, ansiosa, desde los primeros sesenta, de protagonismo ciudadano, desde mediados de los ochenta, renovada ya generacionalmente con avances culturales importantísimos y en definitiva de toda la Semana Santa.
Este ensancharse hacia toda la ciudadanía de la Semana Santa ha dado como resultado que la fiesta mayor jumillana, sea la Semana Santa, actualmente hermosa y grande, con un grandioso y rico patrimonio artístico, de la que nadie está excluido. La reorganización de nuestra cofradía desde 1984 ha sido consecuencia de esta evolución general.
La última década, en las postrimerías del siglo XX, ha contemplado cambios sociales en profundidad, de los que nuestra ciudad, obviamente, no ha permanecido del todo apartada: revolución tecnológica, profundización democrática, diversificación, incorporación gradual de la mujer, sin complejos, a todos los campos de la actividad pública… Esta modernización, y frente a lo que otra pudiera parecer, ha ocasionado que las celebraciones colectivas, con amplias ofertas económicas, lúdicas y culturales, como es, en este caso, las procesiones de Semana Santa (sin merma, sino todo lo contrario, de un hondo sentido espiritual y religioso), hayan experimentado, en Jumilla y en casi toda España, un relanzamiento espectacular, no sólo en cuanto a participación, sino también para alcanzar niveles de calidad, fruto del conocimiento de otras celebraciones semejantes, del análisis comparativo y crítico de la nuestra, y desde luego, por posibilidades económicas y facilidades de desplazamiento sin parangón en los casi seiscientos años de procesiones pasionarias en nuestro pueblo. Un pueblo cuyos habitantes se han convertido, casi al completo, en ciudadanos libres de clase media, que aceptan cada vez más la diferencia, conscientes de los valores culturales y religiosos que atesoran, y receptores de inmigrados, cuando tradicionalmente los jumillanos hemos sido emigrantes. Las espléndidas actividades semanasanteras desarrolladas durante el «XII Encuentro Nacional de Cofradías de Semana Santa» en nuestra ciudad, en septiembre de 1999, dieron prueba inequívoca de esta afirmación.
A lo largo de estas útimas decadas, el patrimonio de la Cofradía de Jesús Nazareno ha ido incrementándose paulatina y considerablemente. Han sido cuantiosas las nuevas adquisiciones en cuanto ajuar procesional (estandartes, faroles, tondos, trompetas, banderas, etc…), así como la renovación de imágenes y tronos, todo ello de gran calidad artística, sin precedentes. En la actualidad la Cofradía de Jesús Nazareno, es una de las cofradías de mayor devoción y trascendecia religiosa y cultural en Jumilla, llegando a tener cerca de 620 hermanos cofrades.
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